Supongo que el dolor
es un asunto de percepción.
Pero tú, de algún modo,
has logrado evadirlo del todo.
En mi imaginación
te he disparado y apuñalado el corazón…
Lo que no sabía
era que se me regresaría.
Pues no puedes negar lo que pretendes:
tus deseos son fosforescentes.
Una vez que decides vengarte
no puedes detener tu camino.
Y entre más intento lastimarte
más me lastimo a mí mismo.
Es como cambiar de personalidad,
como si toda la maldad
cediera ante el perdón
y no pudieras comenzar
la destrucción…
Una vez que nos convertimos en bestias,
no hay nada que lo evite.
Y entre más trato de herirte
más y más se me regresa.